martes, 31 de mayo de 2011

Permanecer aunque no sintamos ningún cambio

Amigos:

El otro día presencié un milagro: en un momento dentro de nuestra reuníon de la semana del grupo de matrimonios, mi padre de pronto se hizo presente en la reunión, participando muy natural, hablándoles a una pareja de amigos recién casados acerca de la fe, de que la unión de dos personas lo hace Dios, de que no debemos olvidarnos de El, en resumen un discurso breve pero muy acertado y sobretodo entregado con mucho amor. Tal vez ellos no se percataron del milagro y tal vez habrán pensado que mi padre es una persona muy religiosa, que ora, pero la verdad es que desde hace mucho tiempo he deseado que mis padres, los dos, se acerquen poco a poco a Dios, pero sentía que mis esfuerzos eran en vano o que simplemente no hacía lo suficiente por ayudarlos a acercarse, sobretodo porque con mi padre, jamás hemos tenido un tipo de conversacion acerca de la fe, del amor de Dios, nada semejante, ni siquiera un diálogo de sentimientos. Pero ese día yo estaba aguantando la emoción que me producía verlo, tan natural, tan seguro de sí mismo, con la voz y entonación tan clara -como normalmente no es cuando habla-, y casi me sentía como en un sueño. Mi esposo sabe a lo que me refiero, pues él ya lo está conociendo e incluso ha sido testigo más de una vez de que mi padre y yo siempre tenemos nuestros "puntos de vista distintos" y por ello a veces podemos hasta entrar en una pequeña "discusión"... es decir, chocamos... pero ese momento, realmente fue mágico, fue como un regalo; yo me quedé casi sin palabras, definitivamente fue lo mejor de la noche, y que bueno haber estado en ese momento con nuestra pareja de amigos.

Al día siguiente fui a misa temprano y tuve otro gran regalo, aunque más creo que fue una revelación. Resulta que desde hace mucho tiempo yo tenía la equivocada idea de que tenía que confesarme antes de poder comulgar; que era lo "ideal" para Dios. Pero cuando entré al confesionario y le comenté al padre que las última comuniones que he tenido han sido porque sentía mucho la presencia de Dios en mi corazón, pero que sin embargo no me había confesado antes, él me dijo, casi reprendiéndome, que esa idea no pertenece a la Iglesia Católica, que sólo es obligación confesarse cuando hemos cometido pecados "mortales"... Entonces sentí un graaan alivio, y a la vez una gran culpa y tristeza al pensar de cuántas veces me he perdido de recibir a Dios en la comunión, sólo por no sentirme digna de recibirlo al no haberme confesado. Señor, cuántas veces no te he rec¡bido por una idea tonta, cuántas veces me he perdido de tenerte dentro de mi. Cómo he podido subestimar tu misericordia? Si tú perdonas siempre a los corazones que sinceramente se muestran arrepentidos...

Con esta experiencia veo que también es importante conocer exactamente cuáles son esos "pecados mortales" que merecen una verdadera confesión.

Amigos, estos últimos días he tenido encuentros cercanos con Dios, pero ayer, por alguna razón me sentía vacía; sentía que no podía escuchar más, sentía desmotivación, cansancio, y pensé que habia decepcionado a Dios en algo y que me estaba abandondando. Creí que tal vez ya no era digna de escucharlo. Entonces recurrí a una cita que sentía que me podía ayudar: Salmo 91 http://www.armonia.cl/web/biblia/Salmos91.htm, ya que la cita del día no me decía nada en ese momento. Todo ese día experimenté impaciencia, desgano, desmotivación y desilusión de mi misma, sentía que lo que Dios había empezado a cambiar en mí, se estancaría allí nomás y volvería a mis hábitos de antes.

Pero Dios nos dice que seamos "perseverantes" en la oración, y que sus palabras no llegan a nosotros sin producir algún cambio.
Hoy Dios me dijo a través de Santiago 3,17, que debo pedir por Sabiduría para mantener puro mi corazón.
...la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura; y además, pacífica, benévola y conciliadora; está llena de misericordia y dispuesta a hacer el bien; es imparcial y sincera.

Y en Efesios 4,31 que evite esa amargura en mi corazón. Pienso que cuanto más anhelas hacer la voluntad de Dios, más dificil se te puede hacer porque el que diablo aprovecha cualquier ocasión para ganar. Yo lo experimenté ayer una y otra vez, era como una lucha interior.
"Eviten la amargura, los arrebatos, la ira, los gritos, los insultos y toda clase de maldad"
http://www.vicariadepastoral.org.mx/sagrada_escritura/biblia/nuevo_testamento/10_efesios.htm#cap4

También me dijo que la palabra de Dios se debe practicar, no sólamente compartir. Lucas 8,19 - 21
Por tanto, si hace unos días Dios me decía que permaneciera en El, eso es lo que debo hacer; permanecer aunque no sienta ningún cambio extraordinario, aunque ya no sintamos ese fuego interior, esa emoción de escuchar a Dios, permanezcamos de todas maneras, así como también lo explicaba en Lucas 11, 1 - 10 cuando los discípulos le piden a Jesús que les enseñe a orar. Claramente nos enseña a que seamos perseverantes, que no desistamos, que El está adelante, aunque algunos días haya mucho polvo y no podamos ver sus huellas.
Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario.

Tomemos como buen ejemplo a nuestro querido Santo Juan Pablo II; cuántos años de su vida dedicados a Dios; a hacer su voluntad; seguramente no siempre ha podido escuchar que Dios le hablaba, pero imagínenese qué hubiera sido si a la primera desilusión abandonaba su misión, jamás hubiera sido lo que llegó a ser.

Dios sabe muy bien cómo obrar en nosotros, y conoce también cuáles son nuestros tiempos.

El ejemplo de mi padre: de pronto Dios se anunció y me dio una luz en medio de la oscuridad, una luz que ahora me da esperanzas, alegría, de saber que es posible que mis padres estén cada vez más cerca de Dios.
...pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.
Lc. 11, 9 - 10; Mt 7, 7 - 11

Que el Espíritu de Dios habite nuestros corazones y que esto sirva de lumbre para ver los pasos de nuestro padre que nos guía y nos enseña el sendero del amor y de la paz.

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