miércoles, 25 de mayo de 2011

Señor, líbrame de mí

Amigos:

Esta mañana, antes de entrar en oración, le pedía a Dios:

Señor, líbrame de mí. Líbrame de mis debilidades, de las cosas que me distraen y me demoran en llegar a ti. Débil es la carne, pero fuerte mi corazón Señor para seguirte. Señor, tengo sed de ti, tengo sed y hambre de tu palabra, de tu mensaje, de hacer lo que me mandes.
Purifica mi alma, mi mente y mi corazón y ponme como papel en blanco.
Líbrame del conformismo, de la pereza, de la desidia; líbrame del comfort, de la vanidad, del egoismo, de la indiferencia. Toma mi corazón entero y lávalo con tus manos benditas, y no me lo devuelvas hasta que quede bien limpio y purificado, pues de qué me valdría la vida, un corazón opaco y contaminado latiendo dentro de mí, si me pierdo a mi misma?

Señor, no quiero escribir algo bonito para la gente, que sea tu voluntad que siga escuchando tu voz, y si tu también lo deseas, llevarte a donde vaya a través de la misión.

Y así, la palabra de Dios me llevó a Jeremías 51, 36 - 40 (Promesa a Israel)
Dios hará caer su poder sobre nuestros enemigos y nos librará de ellos como libró a Israel de Babilonia.
Nuestros enemigos son los enemigos de Dios, todo lo que rechaza a Dios y se impone ante El; todo lo que nos causa dolor al final; son nuestras actitudes también, todo lo que no nos permite seguir a Dios; son los que adoran dioses falsos (Jr. 48,35) y los que se regocijan con la infelicidad y el sufrimiento de otros.
Por eso, así habla el Señor:
Yo voy a defender tu causa
y a encargarme de tu venganza;
yo secaré su mar
y agotaré su manantial.

Babel será un montón de escombros,
una guarida de chacales,
una devastación y un motivo de estupor,
un lugar deshabitado.

Rugen todos juntos como cachorros de león,
gruñen como crías de leonas.

Mientras entran en calor, les preparo un festín,
los embriagaré para que se emboten;
así dormirán un sueño eterno
y no se despertarán
—oráculo del Señor—.

Los haré bajar como corderos al matadero,
como carneros y chivos.


(En Génesis, Dios dijo que el hombre tendrá poder sobre los animales y las plantas, pero en realidad el hombre se hace de poder sobre otros hombres, y eso no está bien a los ojos de Dios.)

Amigos, esta cita de Jeremías siento que es una continuación de mi oración de Isaías 30, y voy a escribir lo que Dios dice en la Biblia en los versículos 18 al 26:
Pero el Señor los espera, para tener compasión de ustedes;
él está ansioso por mostrarles su amor, porque el Señor es un Dios de justicia.
¡Dichosos todos los que esperan en él!
Pueblo de Sión, que vives en Jerusalén: ya no llorarás más. El Señor
tendrá compasión de ti al oir que gritas pidiendo ayuda, y apenas te oiga te responderá.
Y aunque el Señor te dé el pan del sufrimiento y el agua de la aflicción, él,
que es tu maestro, no se esconderá más; con tus propios ojos lo verás.
Y si te desvías a la derecha o a la izquierda, oirás una voz detrás de ti, que te dirá:
"Por aquí es el camino, vayan por aquí" (Ver Salmo 32,8)
Y despreciarás como cosas impuras tus imagenes de plata y tus idolos recubiertos de oro.
Los rechazaras como algo impuro y considerarás como basura.
El Señor te dará lluvia para la semilla que siembres en la tierra,
y la tierra producirá trigo abundante y fértil. En ese día tu ganado
tendrá lugar en abundancia para pastar.  (...)
Cuando llegue el día de la gran matanza y caigan las fortalezas,
habrá ríos y torrentes de agua en todas las altas montañas
y en las colina elevadas. El Señor curará y vendará las heridas de su pueblo.
Entonces la luna alumbrará como el sol,
y la luz del sol será siete veces más fuerte, como la luz de siete soles juntos.

Dios está hablando de justicia, de un final y un nuevo comienzo, de misericordia y de purificación.
Estas cosas no son cosas nuevas, pero, como dice en la palabra, son cosas del cielo, que no comprendemos los que somos de la tierra o de este mundo.
Sab. 9, 13 - 16
http://www.vicariadepastoral.org.mx/sagrada_escritura/biblia/antiguo_testamento/45_sabiduria_02.htm#cap9

Y en Isaías 42, 18-25 Dios habla de la "ceguera de Israel".
Dios nos invita a ver lo que es invisible a nuestros ojos, a "escuhar" lo que nos viene a decir.

¡Oigan, ustedes, los sordos;
ustedes, los ciegos, miren y vean!

¿Quién es ciego, sino mi servidor
y sordo como el mensajero que yo envío?
¿Quién es ciego como el que ha pactado conmigo
y sordo como el servidor del Señor?

Tú has visto muchas cosas, pero sin prestar atención;
has abierto los oídos, pero sin escuchar.

El Señor, a causa de su justicia,
quería hacer grande y gloriosa la Ley;

pero ahora no es más que un pueblo saqueado y despojado,
están todos atrapados en cuevas
y encerrados en cárceles.
Se los saquea, y nadie los libra,
se los despoja, y nadie dice: "¡Restituye!"

Quién de ustedes presta oído a esto
y escucha atentamente con miras al futuro?

¿Quién entregó a Jacob al despojo,
y a Israel a los expoliadores?
¿No es el Señor, contra quien hemos pecado
por no querer seguir sus caminos
y haber desoído su Ley?

El Señor derramó contra él el ardor de su ira
y el estallido de la guerra;
lo envolvió en llamas, pero él no comprendió;
lo quemó, pero él no hizo caso.


Escuchemos estas palabras, el Señor nos llama a predicar, a despertar y hacer despertar a otros.

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