domingo, 3 de abril de 2011
día cuatro: dios te escucha
Tres y ocho de la madrugada según el reloj de mi computador. Recién llegados de un matrimonio, del santo de una amiga y de bailar un poco de música Colombiana en un pequeño bar.
El matrimonio fue de una pareja de amigos que participaban con nosotros en un grupo de matrimonios y que finalmente decidieron dar el gran paso. Recuerdo que en el momento de la confesión, había decidio no hacer la cola para recibir la ostia, pues no me había confesado antes; sin embargo una amiga que estaba con nosotros me dijo que sí podía hacerlo, a menos que haya cometido un "pecado mortal". Así que fui y recibí la Comunión. Después de regresar a mi asiento, y movida por la emoción del matrimonio de esta pareja de amigos, le pedí a Dios que no se apartara nunca de mi lado; que hacía una semana atrás lo había sentido tan cercano cada día, tan indispensable en cada momento, pero luego las cosas se fueron enfriando un poco porque fui dejando abandonada mi oración diaria. Le pedí que no me dejara, y que no permitiera que yo me alejara de él tampoco; que "me siga poniendo retos en la vida para enfrentar y superar mis defectos y ser cada vez una mejor persona"; en otras palabras, que "me siguiera cambiando el disco duro"...
Y haciendo caso a mi petición, me puso frente al gran reto de la humildad, el que por supuesto reprobé a la primera. Sucedió cuando empecé a recibir una serie de críticas, adjetivos y defectos míos de una persona muy muy cercana, de una manera en que no lo había hecho antes; y resulta que esto venía pasando desde hacía unos días, digamos que la intención de esa persona tal vez era hacerme "crecer" en humildad, en valores, etc.., pero como que no era la forma más adecuada de hacerlo, ya que lo único a lo que me llevó fue a irritarme, ofenderme y hacerme explotar!!!
Ofuscada por lo sucedido, busqué alejarme de ese momento y lugar para tomar aire y relajarme un poco. Tal vez lo hice de una forma un poco "arrebatada" (término que también se usó en el momento crítico), lo reconozco, pero bueno, nadie es perfecto, y menos yo.
Al llegar a casa, me di cuenta de que todo lo que había pasado no era más que lo que yo misma le había pedido a Dios: retos para crecer y ser una mejor persona. Pero Dios, ¡¡qué dificil me la pusiste hoy!!, agarraste mi lado más débil y reaccioné con mi lado más fuerte: mi carácter... Pero al fin de cuentas, y aunque este proceso recién ha empezado y seguramente me vienen cosas peores, creo que he podido avanzar con "aceptar" que dicha situación vino de Dios, para mi bien. Y seguramente Dios buscará también el momento y la menera de hacerle ver a la otra persona si estuvo bien o mal la actitud que tomó frente a mí; lo ayudará a discernir sobre si fue un acto de amor para el crecimiento personal de uno, o si fue otro arrebatamiento por buscar ganar una pelea y tratar de sentirse mejor consigo mismo.
Mmmm... noto en mí misma aun mucho resentimiento y enojo, y sé que esto aun me va a durar un poco más.
Empezaré a meditar sobre está búsqueda de la humildad, esperando que el enojo no me gane por puesta de mano. Y creo que para ayudarme, me apoyaré en la cita de Efesios 4, 32 "Sean amables y considerados unos con otros, y perdónense como Dios los ha perdonado a través de Cristo..." Y en la de Eclesiastés 7, 9 "...No te apresures en tu espíritu a enojarte: porque la ira en el seno de los necios reposa". Además, estoy viendo que voy a necesitar bastante de Proverbios 14, 17; Prov. 25, 28; Prov. 29, 22; Prov. 15, 18; Prov. 19, 11, entre otras que iré encontrando en el camino.
Si también estás buscando la humildad, puedes revisar estas citas y así ayudarte.
Suerte!
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