Un buen vino siempre lleva a una buena conversación.
Mi esposo y yo hemos empezado a adoptar el hábito de tomarnos un vino una vez a la semana, al menos, y que hemos bautizado como: día de vino.
Y no es un día en el que se disfruta del vino y nada más, sino que ese día está destinado al "diálogo", a preguntarnos y escucharnos acerca de cómo nos sentimos sobre diversos aspectos que cada uno tiene, vive, realiza, etc...
Esto nos ayuda a conocernos más, a comprendernos más y a apoyarnos más.
Muy recomendable!
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