Hoy es viernes santo, fecha en que hacemos una pausa en nuestras vidas para meditar sobre la entrega de Jesús en la cruz para que nosotros tengamos vida eterna. Los últimos años he pasado los días de semana santa llendo a retiros de la Comunidad junto con mi esposo, orando por la conversión de las demás personas que aun no ven a Cristo como lo más importante en sus vidas.
Hacía unos días recién, en mi post del día diecinueve, hablaba acerca de dejar todo y seguir a Cristo. Pero este año mi esposo y yo decidimos no ir al retiro de Pascua y quedarnos con la familia.
Aun no me he detenido a orar sobre si estuvo bien o no nuestra decisión, pero por alguna razón en el fondo siento que fue lo mejor. Hoy almorzamos con mis padres y mi hermano; yo cociné el plato de fondo e hice el postre, mis padres prepararon la entrada y en la noche vimos una pelicula todos juntos.
En algun momento le mencioné a mi Padre ir a misa, pero su respuesta no fue muy alentadora: "vayan ustedes nomás".... En el fondo quisiera que mis padres sigan a Xto tambien, pero también sé que yo tengo que hacer algo al respecto para sembrar una semilla en sus corazones y dejar que Dios las haga crecer. En cierto modo mi esposo y yo ya lo estamos haciendo. No es facil, pero la fe tiene que acompañarnos y darnos fuerza.
Decidimos no ir al retiro de Pascua. Dios nos dice, "dejen todo y síganme"... es posible que hayamos dejado de asistir a un retiro que va a ayudar a nuestro matrimonio, pero lo que no queria era dejar a mis padres sin un momento juntos en familia, sin el amor de Dios que se hace presente cuando dos o más se reunen en su nombre. Siento que Dios ha estado con nosotros, lo sentí cuando mi hermano hizo la oración para agradecer por la comida en la mesa, lo sentí cuando nos veía reir y compartir.
Gracias Señor, porque hoy viernes santo diste tu vida por nosotros, y permitiste que nosotros tengamos vida de verdad, una vida de luz y sal.
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